domingo, 1 de marzo de 2009

TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN.


POR: ELIO FARÍAS


Antes de entrar en el tema debemos conocer la significación de los términos Teología y Liberación. Etimológicamente, Teología significa ciencia de Dios, estudio sobre Dios; dado que al descomponer la palabra en su sentido originario, Teo proviene del griego Theos, que traduce Dios; y logía, proviene del vocablo griego logos, que quiere decir, estudio, ciencia, tratado. Liberación: La Biblia no ofrece una definición de libertad o de liberación, pero presenta a Dios como el gran liberador.

Profundizando en el término Liberación, acorde con el tratamiento que le confiere la Biblia, podemos referir que el Señor libra a su pueblo de la servidumbre egipcia, acontecimiento fundamental que marcó para siempre la historia de Israel (Éx. 3,15; Éx. 20, 2; Dt. 5, 6; Dt. 7, 7-8; Is. 43, 16-18; Is. 51,10; Is. 63, 11-14; Miq. 6,4; Sal. 77, 15-21; Sal. 78, 12-16; Sal. 78, 51-55; Sal. 105, 26-39; Sap. 10, 15-21); libra a su pueblo de los enemigos que lo acosan y oprimen (sirviéndose de una serie de personajes que actúan como enviados suyos: Jue., 3, 9; Jue. 3, 15; Jue 4, 3-4; Jue 4, 23-24; Jue. 6, 7-10; Jue. 6, 14-16; Jue. 10, 11; Jue. 13, 5); libra a su pueblo de la cautividad de Babilonia (Is. 43, 14-15; Is. 43,15; Is. 43, 19-21; Is. 44, 6; Is. 44, 24; Is. 47, 4; Jer. 29, 10-14; Jer. 501, 33-34; Esdras-Nehemías); y lo libra finalmente, del yugo de los seléucidas (sirios); ver 1-2 Macabeos. Al mismo tiempo el Señor es la salvación de los indefensos, de los necesitados, de los enfermos, a quienes libera de la opresión, de la injusticia, de la enfermedad, de la angustia, de cualquier tipo de aflicción (2 Sam. 4, 9; Sal. 19, 15; 25, 22; 26, 11; 31, 1-6; 31, 15-17; 55, 17-20; 69, 17-19); el israelita fiel deberá imitar este ejemplo (Is. 58, 6; 61, 1-2; Jer. 64, 8-22). Pero ya el A.T. intuye una liberación más profunda (Is. 44, 22; Sal. 49, 16; 130, 8) que anuncia la definitiva aportada por Jesucristo. Porque es verdad que a Cristo y a toda la revelación del N.T. le preocupa profundamente la miseria material y el dolor físico del hombre, al que quiere liberar de estos males (Mt. 8, 1-3; 8, 6-7; 8, 14-17; 9, 20-25; 9, 27-34; 12, 9-11; 15, 21-38; 17, 14-18; 20, 29-34; Lc. 1, 51-53; 1,68-74; Lc. 4, 18-21; 7, 13-15; Jn. 5, 5-8; 9, 5-7; 11, 21-44). Pero no es menos verdad que en la perspectiva del N.T., la liberación completa y radical del hombre tiene lugar a nivel más profundo: es la liberación de todo aquello que puede separarnos del bien último y supremo, es decir, de Dios. Y de dios nos separa el pecado, nos separa la muerte entendida como el acabamiento total del hombre y nos separa del cumplimiento formalista y ritualista de la Ley. De todo esto nos libera Cristo: del pecado (Mt. 9,2; Jn. 8, 34-36; Rom. 5, 15; 5, 20; 6, 6; 6, 17-23; 8, 2; 11, 26; Ef. 1, 7; Col. 1, 14; Heb. 9, 15); de la muerte (Jn. 5, 24; Rom. 8, 2; 1 Cor. 15, 26; 15, 54-57; Heb. 2, 14-15; 1 Jn. 3, 14); de una Ley ritualista y formalista que nos salva (Rom. 6, 14-15; 7, 1-6; Gal. 3, 13; 4, 3-5). Liberado por Cristo en el Espíritu (Rom. 8, 4; 8, 9-11; 2 Cor. 3, 17; Gal. 5, 16; 5, 22-25); y con un comportamiento de hijo, no de esclavo (Rom. 8, 14-17; Heb. 3, 6; 4, 16; 1 Jn. 2. 28; 3, 20-21); el cristiano puede y debe anunciar con su palabra y su vida la buena noticia del Evangelio a toda creatura (Mc. 16, 14-20) en todo lugar y en toda circunstancia (2 Tim. 4, 2) con un valor y una confianza ilimitada (He. 4, 13; 4, 31; 4, 33; Ef. 3, 12). El fruto de la liberación es la libertad; no en cuanto facultad psicológica de escoger entre cosas distintas u opuestas, que esto lo da por supuesto la Biblia (Gen. 2,1 – Gen. 2,3; Dt. 30, 15-20; Jer. 21, 89; Ez. 18, 1; Si. 15, 11-17; Mt. 7, 13); sino en cuanto a capacidad de hacer el bien sin que nada ni nadie, desde dentro o desde fuera, pueda impedirlo (Jn. 8, 36; Gal. 4, 2; 5, 1). No puede confundirse con el libertinaje (Rom. 6, 15; Gal. 15, 13; 1 Pe. 2, 16; Jds. 4, 1) y que en todo caso ha de ser vivida en consonancia con la ley suprema del amor (Rom. 14, 1; 1 Cor. 8, 1-1 Cor. 10, 1; Gal. 5, 13; 2 Cor. 4, 13).

Antecedentes de la Teología

Se entiende por Teología a un conjunto de técnicas y métodos de naturaleza humana filosófica, cuya pretensión es el logro de saberes particulares sobre lo divino.

En consecuencia, revisando la historia, notamos que este término fue usado por primera vez por Platón en La República para referirse a la comprensión de la naturaleza divina por medio de la razón, en oposición a la comprensión literaria propia de sus poetas coetáneos. Posteriormente, Aristóteles empleó el término con dos significados:

  • Teología como la rama fundamental de la Filosofía, también llamada filosofía primera o ciencia de los primeros principios, más tarde llamada Metafísica por sus seguidores.
  • Teología como denominación del pensamiento mitológico inmediatamente previo a la Filosofía, en un sentido peyorativo, y sobre todo usado para llamar teólogos a los pensadores antiguos no-filósofos (como Hesíodo y Ferécides de Siros).

San Agustín tomó el concepto de la teología sobrenatural, basada en los datos de la revelación y por tanto considerada superior. La teología sobrenatural, situada fuera del campo de acción de la Filosofía, no estaba por debajo, sino por encima de ésta, y la consideraba su sierva, que la ayudaría en la comprensión de Dios.

Teodicea es un término empleado actualmente como sinónimo de teología natural. Fue creado en el s. XVIII por Leibniz como título de una de sus obras: «Ensayo de Teodicea. Acerca de la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal». Leibniz se refería con teodicea a cualquier investigación cuyo fin fuera explicar la existencia del mal y justificar la bondad de Dios.

Teología católica

Inicialmente, el término teología, no es de origen cristiano. Sólo a través de un proceso progresivo se impone en Oriente y en Occidente el uso cristiano del término “teología”. Para Clemente de Alejandría, indica el “conocimiento de las cosas divinas”. Para Orígenes expresa la “verdadera doctrina sobre Dios y sobre Jesucristo como Salvador”. Corresponde a Eusebio el privilegio de haber aplicado por primera vez el atributo de teólogo a Juan Evangelista, ya que en su evangelio escribió una “eminente doctrina sobre Dios”. A partir de él, la Iglesia Católica afirma que la teología indica la verdadera doctrina, la cristiana, en oposición a la falsa doctrina que enseñaban los paganos y los herejes.

Concepto de Teología:

El término teología es una palabra compuesta que, en su significado literal, puede indicar un hablar de Dios, o bien un discurso sobre Dios. Si en términos generales la teología es una reflexión sobre Dios (y en este sentido existe también una teología filosófica), en el sentido más corriente de la Iglesia Católica es una reflexión que intenta conocer y comprender la fe a partir de la razón. Así pues, la teología católica presupone la fe como fundamento experiencial e intenta en ella y a través de ella el conocimiento y la comprensión de la fe. En otras palabras, es una actividad intelectual, metódica y crítica que presupone la adhesión a la fe católica.

A nuestro criterio, la consideramos como ciencia en razón de:

1. Su etimología. Teos: Dios; y Logos: ciencia.

2. Nuestra realidad observable en lo físico y en lo espiritual. Si entendemos que Dios es amor (1 Jn. 4, 8) y sabemos que el amor existe porque lo hemos vivido, podemos deducir, según la lógica aristotélica, que Dios existe. En tal sentido es necesario estudiar a Dios de manera rigurosa y sistemática, creando los métodos necesarios para lograr la comprobación científica tanto de su existencia como de los diversos fenómenos que se presentan en torno a Él.

El Concilio vaticano II (1962-1965) nos ha permitido ver a la teología más animada por la Escritura (DV 24) y más en contacto con la vida eclesial. Esta visión no debe encasillarse sólo en actos de fe que pueden alienarnos, sino acorde con la observancia de la realidad social y con vocación protagónica, que permita luchar por la liberación del ser humano en sociedad, en Iglesia (eclessia - asamblea).

Nueva Teología católica en el S. XX

Ha sido extraordinariamente influida por el filósofo Althusser, quien en su reinterpretación de Marx, establece que el totalitarismo no es una condición sine qua non del marxismo, y que lo verdaderamente relevante es la transformación social y la lucha contra las injusticias. De aquí en adelante se plantea la posibilidad de que se puede ser marxista y sostener la idea de Dios. Ahora bien, debido al desprestigio del marxismo, en sus aplicaciones históricas, dejará de ser utilizado como término en la teología. Incluso sus derivaciones como la teología de la liberación dejarán de ser usadas en el lenguaje pastoral.

Ahora bien, hablar de Teología en América latina es hablar de Teología de la Liberación, la cual es una reflexión propia y encarnada en la situación de las personas y pueblos de nuestro continente. La realidad latinoamericana, reflexionada a la luz de la teología de la liberación, ha conducido a la reorientación de la tarea del cristianismo y de la Iglesia.

Juan Pablo II y la Teología de la liberación. Oposición de la Iglesia católica de derecha a la Teología de la Liberación.

El Papa Juan Pablo II solicitó de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la cual estaba dirigida por el Cardenal Ratzinger, el actual Papa, dos estudios sobre la Teología de la Liberación que fueron hechos en sendos documentos en 1984 y 1986 donde se consideraba básicamente que, a pesar del compromiso radical de la Iglesia Católica con los pobres, la disposición de la Teología de la Liberación a aceptar postulados de origen marxista o de otras ideologías políticas no era compatible con la doctrina, especialmente en lo referente a que la redención sólo era posible alcanzarse con un compromiso político.

Las falacias de la Teología de la Liberación, según conclusiones del Vaticano son:

  • 1 - Desde un punto de vista teológico, el análisis marxista no es una herramienta científica para el teólogo, que debe, previo a la utilización de cualquier método de investigación de la realidad, llevar a cabo un examen crítico de naturaleza epistemológica más que social o económica.
  • 2 - El marxismo es, además, una concepción totalizante del mundo, irreconciliable con la revelación cristiana, en el todo como en sus partes.
  • 3 - Esta concepción totalizante impone su lógica y arrastra las "teologías de la liberación" a un concepto de la praxis que hace de toda verdad una verdad partidaria, es decir, relativa a un determinado momento dialéctico.
  • 4 - La violencia de la lucha de clases es también violencia al amor de los unos con los otros y a la unidad de todos en Cristo; es una concepción puramente estructuralista, para legitimar esa violencia.
  • 5 - Decir que Dios se hace historia, e historia profana, es caer en un inmanentismo historicista, que tiende injustificadamente a identificar el Reino de Dios y su devenir con el movimiento de la liberación meramente humana, lo que está en oposición con la fe de la Iglesia.
  • 6 - Esto entraña, además, que las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad reciban un nuevo contenido como "fidelidad a la historia", "confianza en el futuro", y "opción por los pobres" que en realidad les niega su sustancia teológica.
  • 7 - La politización de las afirmaciones de la fe y de los juicios teológicos lleva a la aceptación de que un hombre, en virtud de su pertenencia objetiva al mundo de los ricos, es, ante todo un enemigo de clase que hay que combatir.
  • 8 - Todo eso lleva a un clasismo intolerable dentro de la Iglesia y a una negación de su estructura sacramental y jerárquica, 'hendiendo al Cuerpo Místico de Cristo en una vertiente "oficial" y otra "popular", ambas contrapuestas (caso reciente de Nicaragua).
  • 9 - La nueva hermenéutica de los teólogos de la liberación conduce a una relectura esencialmente política de las Escrituras y a una selectividad parcial y mendaz en la selección de los textos sacros, desconociendo la radical novedad del Nuevo Testamento, que es liberación del pecado, la fuente de todos los males.
  • 10- También entraña el rechazo de la Tradición como fuente de la fe y una distinción inadmisible entre el "Jesús de la Historia" y el "Jesús de la Fe", a espaldas del magisterio eclesiástico».


Sin embargo, algunos teólogos de la liberación, como Samuel Ruiz, sostienen que la teología es una labor reflexiva que debe venir después de la opción que se haga, en este caso por los pobres. Otros, como Jon Sobrino, niegan todas las acusaciones anteriores, y llaman la atención sobre el hecho de que la mayoría de ellas se basan en obras suyas que cuentan con la correspondiente aprobación eclesiástica. También hoy, los partidarios de la Teología de la Liberación que conformamos en Frente Bolivariano de Católicos Socialistas, contradecimos esas reflexiones que erróneamente desde el Vaticano se gestaron en contra de la Teología de la Liberación, con la propuesta para su discusión, del “Decálogo de propuestas sobre la Teología de la Liberación

La Teología de la Liberación es una corriente Teológica, cuyos inicios tuvo lugar en Iberoamérica después del Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín (Colombia, 1968); siendo sus representantes más destacados los sacerdotes: Gustavo Gutiérrez Merino, (peruano), quien en 1973 editaría el primer libro sobre el tema Historia, política y salvación de una teología de liberación; Leonardo Boff (brasileño), uno de los más destacados defensores de la Teología de la Liberación; el jesuita Ignacio Ellacuría, uno de los máximos exponentes de esta teología, el cual fue asesinado a sangre fría. Muchos sacerdotes y agentes de pastoral practican y aceptan los supuestos de esta teología, en varios países de América Latina. Esta Teología intenta responder al planteamiento de los cristianos de América Latina sobre: ¿Cómo ser cristiano en un continente oprimido? ¿Cómo cantar y alabar a Dios en una tierra extraña? ¿Cómo lograr que nuestra fe no sea alienante sino liberadora?

Antecedentes de la Teología de la Liberación

Es en Brasil donde se encuentran los antecedentes más importantes de esta Teología. A partir de 1957 comenzó a conformarse en la Iglesia Católica un movimiento de Comunidades de Base que para 1964 ya podía ser considerado en el "Primer Plan Pastoral Nacional 1965-1970". Paulo Freire, un maestro del nordeste de Brasil, desarrolló un nuevo método para alfabetizar mediante un proceso de concienciación. Los movimientos de estudiantes y de trabajadores de Acción Católica fueron creciendo, también se sumaron importantes intelectuales católicos que fueron comprometiéndose con esta nueva visión teológica. Algunos cristianos analizaban la sociedad bajo la luz del marxismo. Richard Shaull, un misionero presbiterano, planteó la cuestión de si la revolución tendría un significado teológico. Él y algunos jóvenes protestantes empezaron a discutir esos temas con sacerdotes dominicos e intelectuales católicos.

Este movimiento latinoamericano se inspiró en los sacerdotes obreros europeos. El cardenal Enmanuel Suhard, de París, había fundado la "Misión de Francia" permitiendo a algunos sacerdotes trabajar en las fábricas para acercarse al mundo obrero. Así tenemos por ejemplo, al célebre dominico Jacques Loew, quien trabajó como descargador de barcos en los muelles del puerto de Marsella y al sacerdote Michel Favreau, muerto en un accidente de trabajo. En 1950 se publicó el libro del abbé Godin: Francia: ¿tierra de misión? Sin embargo, los curas obreros fueron acusados de comunistas y denunciados en Roma por actividades subversivas. Eran los años en que una laica, Madeleine Delbrêl, hacía su experiencia entre los obreros de Ivry (autora de Nosotros, gente de la calle y El Evangelio en los barrios obreros de París). En 1954 Pío XII pidió a todos los sacerdotes obreros que regresaran a su trabajo pastoral anterior en las diócesis o se incorporaran a sus comunidades religiosas. Los sacerdotes obreros fueron rehabilitados en 1965 después del Concilio.

Un acontecimiento resaltante que sirvió de base para el inicio de la Teología de la Liberación fue la vida y obra revolucionaria del sacerdote colombiano Camilo Torres (1929-1966), quien luchó en el ELN en su primer combate contra el Ejército regular. El padre Camilo Torres fue un verdadero ejemplo para curas y católicos que posteriormente tratarían de continuar su obra no sólo en Colombia, sino en toda América. Posteriormente, el sacerdote asturiano Gaspar García Laviana, influenciado por el espíritu de la Teología de la Liberación tomó las armas al entender que un cambio político pacífico no ayudaría a paliar las terribles necesidades que veía todos los días en la Nicaragua de Somoza. Como muchos, el padre García Laviana, entregó su vida por la liberación de los pueblos oprimidos, conciencia adquirida y alcanzada por la Teología de la Liberación.

Una gran experiencia que también sirvió de inspiración para la Teología de la Liberación latinoamericana fue la lucha por los derechos civiles que a su vez ganó derechos para los negros de Estados Unidos, liderada por Martin Luther King (1929-1968). A su vez una Teología de la Liberación negra ha sido desarrollada por James H. Cone y otros. En Sudáfrica se desarrolló una vigorosa Teología de la liberación negra en la lucha contra el apartheid. En el resto de África la Teología ha cuestionado la conquista, esclavización y colonización de los africanos por la cristiandad europea y se ha centrado en la pobreza absoluta que ha resultado como consecuencia en la mayoría de los países africanos. En Asia la Teología minjung (coreano: de la masa popular), o la Teología Campesina en Filipinas (expuesta por Charles R. Ávila), han sido expresiones relacionadas con la Teología de la Liberación latinoamericana. Experiencias que deben ser retomadas y puestas en común para el conocimiento de todo el pueblo, cristiano o no, de modo que se logre la liberación total del pueblo de Dios, que somos todos.

La Teología de la Liberación ha nacido en América Latina en un momento histórico determinado. Durante siglos América Latina no tuvo teología propia: importaba la teología que se fabricaba en Europa. Su teología era el reflejo de la europea. La dependencia de América Latina respecto al mundo rico, no sólo era económica y política, sino también eclesial y teológica.

Decálogo de propuestas sobre la Teología de la Liberación:

  1. La creación de un “hombre nuevo”, sin distinción de género (masculino o femenino), como condición sine qua non para garantizar el éxito de la transformación social. Un ser solidario y creativo motor de la actividad humana en contraposición a la nefasta mentalidad capitalista de desigualdad social, injusticia, inhumanidad, especulación y espíritu de lucro.
  2. La salvación cristiana no puede estar desligada de la liberación económica, política, social e ideológica, como signos visibles de la dignidad del hombre; es decir, de la ruptura o muerte del hombre viejo para nacer al hombre nuevo.
  3. La situación actual de la mayoría de los latinoamericanos contradice el designio histórico de Dios y la pobreza es un pecado social. El pueblo es el constructor de su historia, nada está preconcebido al estilo platónico.
  4. La liberación del hombre en sociedad como toma de conciencia ante la realidad socioeconómica latinoamericana y del mundo. Somos seres sociables por naturaleza.
  5. Tomar conciencia de la lucha de clases, considerando la opción preferencial por los pobres.
  6. Afirmar el sistema democrático dentro de un nuevo modo de producción que sea la antítesis del capitalismo, como es el modo de producción socialista, profundizando la concientización de las masas acerca de sus verdaderos enemigos para transformar el sistema vigente.
  7. Supresión de la explotación del hombre por el hombre, de las faltas de oportunidades, de las injusticias de este mundo y del desequilibrio ecológico.
  8. Garantizar el acceso y la gratuidad a la educación y a la salud integral para todos los seres humanos.
  9. Consideraciones sobre el pecado. No sólo hay pecadores, también hay víctimas del pecado que requieren justicia. Todos somos pecadores, pero en concreto debemos distinguir entre víctima y victimario.
  10. Libertad para la elección de la doctrina evangélica, es decir, primeramente procurar a la persona unas condiciones de vida dignas y posteriormente su adoctrinamiento evangélico a voluntad de la persona.

A pesar del referido decálogo presentado, cabe destacar la apreciación que hace Gustavo Gutiérrez, padre de la Teología de la Liberación: al contrario que otros postulados teológicos o filosóficos, la Teología de la Liberación es un acto segundo, es decir, emana de una experiencia de compromiso y trabajo con y por los pobres, de horror ante la pobreza y la injusticia, y de apreciación de las posibilidades de las personas oprimidas como creadores de su propia historia y superadores del sufrimiento. No es, por tanto, un desarrollo intelectual que luego se quiera llevar a la realidad; se trata de una Teología desde abajo.

La base Teológica y Conceptual

“La injusticia e inhumanidad crece en los países industrializados, la globalización de la economía lleva claramente a la falta de solidaridad de nuestras sociedades. La Teología de la Liberación en Latinoamérica es la primera alternativa contra el capitalismo. La mercantilización global de todas las cosas. Ya no sólo es una teología contextual latinoamericana, sino que, con el desarrollo mencionado, se convierte en teología contextual universal”. Uno de sus máximos exponentes, el jesuita y mártir Ignacio Ellacuría reclama una nueva civilización, la civilización de la pobreza, contrapuesta a la de la riqueza, puesto que ésta se ha revelado como un nuevo Moloch que devora a las personas y el planeta. Su condena de la riqueza se debe en gran medida a sus frutos de pobreza y opresión en el planeta, a la indiferencia que crea en el corazón del mundo rico y desarrollado. Ellacuría y Sobrino, comparan la muerte de personas en el mundo pobre, en el Sur, con el Siervo de Yahvé, y afirman que poseen una santidad elemental, jesuánica.



Refiriendo una nueva iglesia de los pobres, el teólogo protestante Jürgen Moltmann, inauguró con las palabras arriba expuestas, una serie de conferencias sobre el tema de La Teología de la Liberación corriendo el año de 1999 en la Iglesia católica alemana.



La relación del Catolicismo y la pobreza, ha sido fundamental para la historia y la difusión de la religión en todos los tiempos. Apoyada a veces, criticada en otras ocasiones, la Teología de la Liberación se ha dedicado a difundir el evangelio cristiano con un peculiar estilo al igual en países en desarrollo que en aquellos menos favorecidos en lo económico.

Su filosofía es de condena y de apego a la pobreza. Surgió al mundo católico con la publicación del libro “Historia, Política y Salvación de Una Teología de la Liberación” del sacerdote jesuita, ahora dominico, peruano Gustavo Gutiérrez Merino, en 1973; esto después de que en 1968 en la Conferencia Episcopal del CELAM se había hecho énfasis en el compromiso de la Iglesia Católica con los pobres, el libro de Gutiérrez se interpretó así como la respuesta y el detonante.

Resulta difícil definir a la Teología de la Liberación pero puede partirse de la base que busca un análisis profundo del significado de las clases sociales y su relación con la pobreza. Para llegar a ello, inserta el marxismo y otras ideologías sociales con el cristianismo. Cristo es percibido principalmente como “liberador” de la condición de la pobreza material.

Concluyamos, entonces con una exhortación cristiana, humanista y socialista para hacer teología desde abajo, desde la sabiduría del pueblo; de modo que encontremos realmente a Cristo, a Dios que vive en nosotros, sobre todo en el humilde y en el sencillo, para construir nuestro conocimiento de Dios desde la realidad visible y no desde una pseudo realidad idealista y alienante que destruye todo intento de existencia de paz, de justicia, de igualdad y, por ende, del amor universal entre todos los seres humanos. Con ello, estaríamos en condiciones de dar inicio en este proceso revolucionario a la madre de las misiones, la Misión Cristo, anunciada por nuestro Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, el 14 de noviembre del año 2003 en el Estado Zulia; pasando previamente por el fortalecimiento del Frente Bolivariana de Católicos Socialistas, que se inició en Monagas.

Ilustremos estas breves conclusiones con unas frases bíblicas:

En aquella ocasión Jesús exclamó: "Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado (Mt. 11, 25).

LAS BIENAVENTURANZAS

CAPÍTULO 5

1 Jesús, al ver toda aquella muchedumbre, subió al monte. Se sentó y sus discípulos se reunieron a su alrededor.

2 Entonces comenzó a hablar y les enseñaba diciendo:

3 "Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

4 Felices los que lloran, porque recibirán consuelo.

5 Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.

6 Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

7 Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia.

8 Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios.

9 Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.

10 Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

11 Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias.

12 Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes de ustedes.

Elio Farías



















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